Las vidrieras de la iglesia parroquial


       Durante todos estos años se ha dado por hecho que era de conocimiento público cómo se pagaron las dos vidrieras de la iglesia parroquial; no obstante, en las últimas semanas se ha podido comprobar que una parte del vecindario considera que la adquisición de estas piezas fue costeada por la parroquia. Con el fin de zanjar malentendidos, intentaremos dar algunas explicaciones al respecto.
Las vidrieras se compraron con el dinero obtenido en la venta del libro Agudo. Una villa de la Encomienda Mayor de Calatrava, cuya autoría corresponde a Elia Penas e Isabel Cabrera. Los ejemplares distribuidos llevaban una etiqueta (las fotocopias las regaló Sagrario Redondo) donde se advertía sobre el destino de los fondos recaudados.
La idea original fue destinar el dinero para las reparaciones que, supuestamente, se iban a realizar en la torre. Como el tiempo pasaba y las obras no se efectuaban, las autoras consideraron viable la adquisición de las mencionadas vidrieras que, tras algunas discrepancias con el que fuera párroco, se instalaron en 2002 o 2003. En su momento, se intentó insertar un anuncio en el programa de fiestas, donde se diera a conocer que la recaudación se había invertido en la iglesia según se había anunciado, pero la noticia fue suprimida por, al parecer, un error de imprenta. Así mismo, se conjeturó que el responsable de la parroquia (beneficiaria de la donación) lo haría público, puesto que contaba con medios para ello. Por otro lado, se donó una caja completa (unos 75 ejemplares) para la instalación de la ventana del ¿ante-camarín? de la Virgen de la Estrella. Sea como fuere, desde aquí, a los que lo sabían y a los que los ignoraban, se les confirma que las vidrieras de la parroquia se adquirieron con el dinero recaudado en la venta del citado libro.